Según Yuval Harari, profesor de historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén, durante miles de años, la historia de la humanidad estuvo marcada por el hambre, las epidemias y la guerra. Sin embargo, en el nacimiento del tercer milenio, estas tragedias pasaron a un segundo plano, y si bien es cierto que no han desaparecido, el hombre ha sabido controlarlas.

El diseño de políticas, las tecnologías de información y la biotecnología, están logrando que hoy en día haya más muerte por obesidad que por desnutrición; haya más gente muriendo por enfermedades asociadas a la longevidad que a infecciones y epidemias, y más muertes por suicidios que por ataques personales.

El hombre le está ganando la batalla a la muerte y esto ha hecho que la expectativa de vida se haya duplicado en tan solo un siglo, al pasar de los 47 años a los 80 años y se espera que para 2100, la expectativa de vida para los nacidos en los albores del tercer milenio llegue a los 150 años.

Esto hará que la población mundial que hoy es de 7.000 millones de personas, según proyecciones demográficas, será de 9.000 millones en 2100. Lo cual implica nuevos retos para todas las industrias, pero sobre todo para el cuidado de la salud.

Desde los años 50 y hasta hace muy poco, el terreno habitual de la Inteligencia Artificial era el laboratorio de investigación o la ciencia ficción. Salvo unos cuantos casos aislados, sistemas con una inteligencia similar a la humana eran el tema de series o películas futuristas. Sin embargo, ese concepto cambió radicalmente en los últimos años.

Hoy los 4 jinetes, como llama Scott Galloway a: Amazon, Apple, Facebook y Google, son el producto de un gran impulso tecnológico que cambió nuestras vidas: más de 2.000 millones de personas se comunican por Facebook; 3.500 millones de consultas diarias le hacen a Google, que las responde en milésimas de segundos; Amazon es la tienda más grande del mundo; un tercio de los teléfonos inteligentes y el 40% de los computadores personales son de Apple.

Eso a lo que nos referimos como Big Data ha revolucionado el entorno empresarial. Las organizaciones, sometidas a la ineludible encrucijada de transformarse o morir, se han convertido en criaturas vivientes, necesitadas de herramientas capaces de procesar inmensas cantidades de datos, organizarlos, analizarlos y señalarles rutas que les permitan alcanzar, con el menor margen de error posible, resultados claros y precisos para conocer cada vez mejor a los clientes.

Eso está ocurriendo en todos los sectores. No hay actividad empresarial o de administración pública que no se pueda beneficiar del análisis inteligente, oportuno y automatizado de sus datos. 

Nuestro Sistema de Salud no es inmune a estas nuevas realidades. El impacto, positivo o negativo de las tecnologías disruptivas, afecta por igual a todos los sectores, a entidades públicas y empresas privadas.

Debemos tener muy claro este hecho, sobre todo si consideramos que el sistema de salud colombiano representa el 7% del PIB y es responsable de garantizar la salud y la vida de casi 50 millones de personas. Un sector de ese tamaño y responsabilidad no se puede dar el lujo de ignorar los cambios.

Esa estructura de los sistemas de salud en todo el mundo, enfocada en el tratamiento de las enfermedades infecciosas agudas en la población joven, se ha venido transformando en la atención de enfermedades crónicas.

No obstante, se requiere una transformación exponencial que aprovechando la data disponible y gracias a las nuevas tecnologías de información, podamos predecir de qué se pueden enfermar y/o morir las personas con el anticipo suficiente para tratar de evitarlo o para adecuar la infraestructura física y humana con el fin de atender a las exigencias por venir.

Sabiendo eso y gracias a otros millones de datos a los que hoy tenemos acceso en tiempo real, podemos afirmar que la principal verdad que encontramos es que tenemos que pasar de un sistema diseñado para curar enfermos a uno enfocado en evitar que se enfermen.

Una investigación de “The Economist Intelligence Unit” sobre el futuro de la atención en salud identificó tecnologías que transformarán la atención médica en los próximos 5 o 10 años relacionadas con dispositivos médicos portátiles, sensores de salud, internet de las cosas (IoT), impresión 3D, análisis genómico, robótica, realidad virtual, inteligencia artificial (IA) y realidad aumentada.

Todo un portafolio de innovación que nos deberá servir para descongestionar salas de urgencias, reducir la permanencia de los usuarios del servicio en clínicas y hospitales y mejorar la calidad de vida de la gente, así como predecir tempranamente sus enfermedades.

En algunas de estas áreas ya avanzamos con éxito en Colombia mediante el uso de aplicaciones y plataformas que nos ayudan a optimizar costos, procesos y procedimientos. 

Según Martin Koehring, durante los próximos 25 años, tecnologías disruptivas transformarán la telemedicina, el diseño de clínicas y hospitales. Hablaremos de medicina de precisión, órganos creados por el hombre, empleo intensivo de la nanotecnología, bebés de diseño e interfaces cerebro-computadora. Innovación a la que le debemos apostar aún contra los prejuicios y cuestionamientos que seguramente traerá con ella.

Las organizaciones de salud tienen el gran reto de analizar las potencialidades de estas tecnologías, democratizar sus productos y servicios. Ser disruptivas en ese sector como lo han hecho en sus mercados empresas como Rappi, una empresa orgullosamente colombiana, y otras más robustas y tradicionales como BBVA. 

El sistema de salud en Colombia, uno de los mejores del mundo a pesar de sus desajustes e irracionalidades, es comparado en calidad y costos con otros países del mundo, y cuenta con el talento, la creatividad y empuje necesarios para asumir el reto y erradicar paradigmas, pero no hay mucho tiempo para pensarlo. Este es el momento. Es aquí y ahora. Mañana, como ocurre con el tratamiento de algunas enfermedades con las que lidiamos día a día, puede ser demasiado tarde.

Se debe adoptar en estas organizaciones todas esas nuevas tecnologías e iniciar un proceso de cambio rápido y permanente que les permita responder, con eficacia y eficiencia, a la confianza de esas millones de personas que ponen su bienestar, su salud y sus vidas en sus manos.

La cuarta revolución industrial, caracterizada por la disrupción tecnológica, el deep learning, big data, inteligencia artificial, transformación digital, realidad aumentada, blockchain, nanotecnologías… están cambiando el mundo de manera acelerada y hoy las preocupaciones no son las hambrunas, las epidemias ni las guerras, sino la volatilidad, la incertidumbre, la turbulencia, la complejidad y la ambigüedad.

Esto requiere conversaciones sobre la inaplazable necesidad de asumir el inmenso reto de transformar el enfoque de los servicios de salud en Colombia, modernizando datos y procesos, dando a los líderes las mejores herramientas y perspectivas para pensar de manera diferente, compartiendo una visión y obteniendo liderazgo, todo en la misma página.

El mundo está sufriendo grandes transformaciones que han cambiado de manera radical, la forma en que concebimos y nos comportamos en sociedad. Estamos en la cuarta revolución industrial: la era digital, donde el concepto de aldea global cada vez cobra más relevancia, pues estamos solo a un clic de poder acceder a casi todo; de consultar y aprender cosas nuevas, de conocer las ultimas noticias, de comprar un carro o un par de zapatos. A un clic de transferir dinero, de ver una película, de escuchar una canción. Y, pronto estaremos a un clic de un tratamiento médico.

Referencias:

Yuval HarariSapiens. De animales a dioses.

The Economist Intelligence Unit. Succeeding in a value-based environment: New business models to thrive in the future of healthcare: A white paper from The Economist Intelligence Unit Healthcare [Internet]. Londres, Reino Unido, 2014

Marthin Koehring,The Economist Intelligence Unit

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